23 junio, 2007

19 junio, 2007

Hambruna psicosomática.


Era esa hambre que no se pasa ni con diez mil vacas asadas.
Esa hambre que me da arcadas cuando tengo al frente un pastel de choclo.
Esa hambre que no es de comida, sino de respuestas que no llegan.
De cosas que no se cierran.
De preguntas incorrectas.
De hechos inconcretos.
Esa que me hace sentir el estómago lleno de vacío.
Y que acrecienta las líneas de mis manos.
Y las canas en mi cabeza.
La que me carcome los intestinos
Y me hace palpitar las sienes.
Quizás debería vaciar la mente para que haga juego con mi estómago.
Y así, llena de vacío acabaría con la hambruna.