16 abril, 2007

nadie se da cuenta de nada

A ella le impactaba cómo él no se daba cuenta si era tan obvio. Lo miraba todos los días, quería saber hasta cuando chocaba con la misma puerta de vidrio. Ella creía que ponía a prueba su fuerza de voluntad al no decirle nada. Pues, para ella era tan obvio que esa puerta existía y que definitivamente se podía hacer algo para no chocar a cada momento. Planeaba miles de soluciones para él; o la abría hacia el otro lado, le pegaba un algo para notar su presencia, salía por otra puerta o algo quizás más difícil, intentaba recordar la existencia de aquel vidrio transparente. Pero al parecer él nunca lograría recordarlo, pues ella ya llevaba meses observándolo y no había caso de que frente a las mismas condiciones él actuara diferente. Y ese día decidió que le pegaría un sticker en la puerta para evitarle futuros dolores diarios. Se puso de pie y caminó decidida hasta que se golpeó contra un fierro los hombros, estaba encerrada, y no se había dado cuenta, siempre había pensado que era su gran fuerza de voluntad la que la mantenía allí. Se arrodilló en su enorme prisión apoyando la cabeza en sus rodillas. Y él como todos los días caminó hacia la puerta de vidrio, mirando tan concentrado al frente a esa mujer que siempre observaba pensativa entre sus barrotes como si tuviera toda la libertad del mundo. Pero hoy la vio triste y preocupado aceleró el paso, y una vez más se golpeó contra la puerta, pero esta fue la última vez, porque la puerta con el impacto se rompió.